2007 – Interview 10×10 by Nelson Díaz
Interview published in a report about the bursary 10 x 10 that I won in 2006.
By Nelson Díaz.
(Text in spanish)


FELIPE RIDAO
Intervenciones urbanas

Una mañana, varios barrios de Montevideo amanecieron con las casas desocupadas y tapiadas señaladas con un círculo amarillo y un número dentro de él. La imagen despertó la curiosidad entre los vecinos y más de una especulación. ¿Se trataba de un relevamiento del Ministerio de Vivienda? Nada más lejos eso. Era una intervención urbanística del grupo LOGO, el cual dirigió Felipe Ridao (Montevideo, 1978).
“En el campo del arte lo que hicimos con LOGO fue no trabajar desde el dominio técnico del artista plástico. Podíamos trabajar como artistas pero bajo ese título. No queríamos ninguna producción específica más allá de los discursos en los que se desarrolla el arte.”, explica Felipe.
— ¿Cómo nace LOGO?
— En 2002 más o menos comencé como diversión a realizar intervenciones urbanas con unos compañeros de trabajo y luego obtuve una beca, fui a Japón y visité a un arquitecto que se llama Hiroshi Hara, a quien considero uno de mis pocos Maestros. La experiencia con él me hizo un “clic” en la cabeza y a partir de ahí me abrí del trabajo de 8 horas y comencé a organizar LOGO como espacio de vida y trabajo; modalidad que duró hasta setiembre de 2006. La idea fue fusionar la producción artística a la vida misma, por tanto intentamos hacer algo tan fluido como organizado. Por ese entonces, hicimos unos talleres con Santiago Cirujeda y Antoni Muntadas que también fueron muy motivadores. LOGO estaba formado por dos que nos hacíamos uno bajo ese nombre y luego de eso invitábamos a otras personas para cada propuesta haciendo un nuevo uno. Pues por ese entonces la propuesta era del dos se hace el uno y así sucesivamente… y no lo contrario.”
— ¿En qué consistían las intervenciones urbanas que realizaban?
— Trabajábamos sobre los diferentes campos. Cuando era el campo del arte, trabajábamos sobre él como si fuera un núcleo que tiene ciertos códigos. Entonces lo estudiábamos e interveníamos. Si había un salón de arte íbamos interviniendo sus propios códigos. Por ejemplo, el llamado para participar decía “No se pueden presentar obras”. Entonces nosotros decíamos “bueno, ¿qué pasa si hacemos una presentación que después sea la obra?”. En definitiva evaluábamos el campo y hacíamos actividades que implicaran a las personas y las visiones de todos en relación a lo constituido. ¿Por qué la obra de arte no podría ser un libro? Después de seleccionados para montar una “instalación” teníamos un espacio público ahora privado, entonces pensábamos ¿porqué no hacer lo que se nos cante? Entonces hicimos un llamado abierto para el que accediera a nuestras bases solicitadas pudiera exponer su arte dentro de ese espacio privado. Participaron entonces desde pintores y escultores del uruguay hasta cumpleaños y conciertos. En definitiva fue una búsqueda de llevar la gente al espacio, la ciudad al campo del arte.
— Luego eso se extendió a la ciudad.
— La ciudad fue siempre nuestro lienzo. Quizás por eso trabajamos sobre los campos.
— Las intervenciones, así lo define el término, es una manera de interrumpir el llamado arte formal.
— En realidad entramos en el campo porque nos parecía un lugar de reflexión muy vasto. Y también como una excusa. Si repartís autoadhesivos para que cada uno destaque su punto de interés en una ciudad muchos te tildan de loco. En cambio a veintidós tipos pateando un pedazo de cuero a nadie se le ocurre decirles que están locos (risas). Vimos que teníamos en ese campo un margen de acción que a la vez era muy vulnerable como muchas atadas al lenguaje, muy afianzado en objetos y discusiones formales. Yo quería generar vínculos entre las personas poniendo al receptor en un plano más activo. No me interesa generar vínculos donde haga y el otro lo aplauda, que eso lo haga otra.
—¿Cuál fue tu primera intervención?
Cambiar todas las bombitas de un cuadra por rojas. Fue en un verano, tenía pocos años y no sabía lo que estaba haciendo. Pero fue mi primera intervención consciente, supongo. Creo que meter la intervención dentro del campo del arte es otro tema, pero hacerlas las venimos haciendo todos. Una cosa es la apropiarte de donde estás y otra ponerle un título a esto. Entonces jugamos con estos límites, pero nunca decíamos: ‘Esto es ahora una intervención urbana’. El ejemplo más claro de esto fue cuando seguimos a la Vuelta Ciclista de 2006. Uno de los hechos artísticos puede ser que alguien le presté la atención a la Vuelta Ciclista. Nosotros alquilamos una camioneta y gestionamos la autorización para seguirla durante toda la competición como parte de su caravana puclicitaria, y entonces la publicidad que hacíamos era la del proyecto “LOVETOUR:” . Éramos cuatro personas conviviendo todo ese tiempo y lo que hacíamos era registrar, a la manera de un escáner, y ese registro lo compartíamos en una gama muy amplia de soportes, desde un diario, web, podcast, hasta proyecciones en las plazas del interior. Para el diario, mandábamos el texto a la manera de bitácora a la sección Deportes, no de “Cultura” como era esperable. Pero no hablábamos de la Vuelta en términos deportivos sino de lo que nos pasaba a nosotros en torno a la misma. Filmábamos y sacábamos fotos, lo subíamos a la web, enviábamos audio a una radio que luego la editaba con música y varias cosas más. Después, llegábamos a diferentes lugares, una plaza pública por ejemplo, abríamos las puertas de atrás de la camioneta, poníamos una pantalla — teníamos generadores sobre la camioneta— y proyectábamos las imágenes de esos días. Y al regreso montamos una instalación en el Cabildo con un vídeo de todo el recorrido, fotos de cada llegada de los ciclistas y las 10 páginas de diario… quizás la suma de todas las actividades fue la intervención urbana, pero que eso lo diga otro.
— ¿Qué lo que más te seduce de las intervenciones urbanísticas?
— Antes que nada y como dije, creo que todos hacemos intervenciones urbanas. En mi caso, me interesan por la tensión existente entre público y actor, que es más entreverada que en otros ámbitos de comunicación, por ejemplo, en el campo de la música. No lo digo despectivamente, pues la música es vital y su espectáculo permite como todos, su estudio e intervención. De hecho ahora estoy proyectando nuevamente varias actividades la mayoría musicales dentro de un tren en movimiento. Quizás todo esto es porque me interesa generar vínculos entre las personas donde cada uno se potencie y yo lo encuentro cuando existen más posibilidades.
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